El bañista

¿En qué idioma habla la creatividad de Rosina? ¿Es sólo lenguaje corporal, entrenamiento, manejo de técnicas? Por sobre todas las cosas: ¿qué le dice su impulso creativo que la mueve de esa manera? Esto me interroga desde que la ví moverse por primera vez

Llevo al ensayo bien presente la pintura de Cezanne porque sé que algo de eso habrá pero la escena está llena de ramas, piedras. ¿Un bañista en un bosque? Un bañista que prueba y se inventa dificultades, entonces no puede, entonces suma dificultades y no puede y más obstáculos y más imposible y de pronto, casi en medio de la asfixia, se inventa una danzatación.

Pienso entonces que las dificultades engendran sus respuestas, al instante pienso que es una mirada muy nihilista y que debo alejarme, ser objetiva y decir: “Se trata de un unipersonal perteneciente al género danza teatro que plantea las tensiones del proceso creativo, de las acciones y la magia que opera cuando se está en movimiento de búsqueda y en la búsqueda del movimiento” y todos contentos. Pero no. Porque algo de lo que pasa en escena me desespera, me angustia. No sé qué es pero es corporal. Le pasa a ella y me pasa a mí. Si una necesidad expresiva debe buscar su lenguaje, eso va a suceder. No, vuelvo a pedirme objetividad y que siga el texto: “…El equipo de trabajo se conforma de la paridad de dos obras: la de Rosina y la de Facu. La dramaturgia se plantea desde la selección de fragmentos de las mismas que harán las veces de germinador de este nuevo proceso”. Puedo saber qué les pasó exactamente: ¿qué recortamos? ¿sólo sirve “lo bueno”? ¿qué pasa si el motor es “lo que no”, eso que descartamos porque no es “correcto” o no se ve bonito? Rosina y Facu no saben pero se tiran porque llama. Vuelve el nihilismo: el arte se trata de responder ese llamado porque ahí está su cuerpo que se mueve llamado por un posible descarte, un Facu que se mueve con ella y es silencio de engranaje perfecto: están los dos ahí. La obra termina, llegan la escenógrafa y Andrea. La primera anduvo buscando ramas, soluciones para dificultar; y la segunda acompaña, ajusta. Hay un secreto que todos sabemos: todos ya estuvimos ahí. Todos estuvimos en ese placer extremadamente doloroso, lleno de confusiones, de voces de otros y propias, ensimismamiento. Encontré la palabra: ensimismarse. Cuando algo llama, hay que ensimismarse con eso, escucharlo, beberlo y tirarle un par de trompadas, por qué no, provocarlo. Encontré otra palabra: provocación. Rosina y Facu ponen en escena el resultado de sus ensimismamientos con las necesidades expresivas de manera que las provocan para que salgan, que encuentren el camino entre las ramas que pinchan, las piedras que entorpecen, que se las rebusquen, che…que es lo que hacemos todos. Creo que esto que voy a escribir quedará muy mal: la obra surge de pegarse unos maravillosos palos. En cuarenta y cinco minutos comprendí que “lo que está mal” también es camino.

Categorías: DanzaPublicaciones

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